El iris es una estructura circular y fina que existe en los ojos, y que les da ese color que nos asombra. Se encarga de controlar el diámetro y tamaño de la pupila, en su centro, y luego de la cantidad de luz que entra al ojo y llega a la retina.
Radiada por estrellas y otros cuerpos y eventos cósmicos, característica en el tiempo, la radiación electromagnética inunda el espacio, al menos desde 380 mil años después del «Big Bang» que originó nuestro Universo.
Cómo sabemos esto? Entre otros datos, a través de la radiación cósmica de fondo captada a través de otros iris, estas radioteslescópicas, que tecnológicamente hemos ido construyendo y colocando en alta montaña (donde el aire es más raro y seco, y lejos de la contaminación lumínica de los grandes núcleos urbanos), o en telescopios espaciales colocados en determinadas órbitas (donde no hay aire ni mucho polvo).
Hay varios «iris telescópicos» mirando al cielo por nosotros, humildes miopes cósmicos. Las ciencias astronómicas y astrofísicas actuales utilizan satélites que, con instrumentación precisa y apropiadamente muy sensible, escanean áreas específicas de casi todo el espectro electromagnético.
En 2013 el telescopio Planck registró, en todo el espacio que lo rodea y durante 15 meses, el registro fósil de los primeros fotones (partículas de luz) que aparecieron en nuestro Universo, luego de un viaje de más de 13 mil millones de años hasta que llegaron incluso a Estados Unidos. Estos fotones llegan a nosotros en radiación electromagnética con la frecuencia de las microondas y corresponden a lo que se llama radiación cósmica de fondo. A través de los datos obtenidos por el telescopio satelital de Planck pudimos “ver” la primera luz que irradió después del “Big Bang”.
Durante las últimas décadas, otros telescopios integrados en satélites «ven» el Universo en otras frecuencias. Algunos ejemplos son: Herschel en el infrarrojo lejano; O JWST infrarrojo; el telescopio espacial Hubble a la vista; O Gaia en el infrarrojo cercano, visible y ultravioleta; O XMM-Newton en radiografías; o en rayos gamma; y así.
Cada uno de estos “iris telescópicos” tienen misiones científicas precisas y han contribuido de manera decisiva a la concepción que tenemos del Universo, desde las galaxias más distantes hasta los agujeros negros en el centro de nuestra galaxia, desde las asombrosas nebulosas que quedan de las explosiones de supernovas, hasta los púlsares de las estrellas de neutrones, auténticos faros en la noche cósmica.
Otros iris avanzan hacia las estrellas: las sondas Voyager y Pioneer, que son los objetos humanos actualmente más alejados de la Tierra (la Voyager 1 se encuentra en el límite conocido más distante de nuestro Sistema Solar, más de 120 veces la distancia de la Tierra al Sol).
Durante los últimos cuatro siglos, desde que Galileo observó las estrellas con su catalejo, hemos realizado un viaje cósmico de más de 13 mil millones de años, decodificando las señales transportadas en ondas electromagnéticas por fotones, como peregrinos cósmicos, finalmente capturados por las «tecnologías del iris» que construir. Uno de los más grandes es el radiotelescopio ALMA, del Observatorio Europeo Austral, instalado en la meseta desértica de Atacama, en Chile.
De esta manera se abren nuevas pupilas en “iris tecnológicos” que, a pesar de no impresionar la retina de nuestros ojos, asombran nuestras vías neuronales. Con el cerebro en posesión del conocimiento y la tecnología actuales, nuestro conocimiento del pasado se expande y miramos el horizonte futuro de un nuevo cosmos invisible a la desnudez de nuestros ojos.
¡Hoy, podemos pintar el cielo con un arco iris que comienza con radiación gamma y termina en las ondas de nuestras radios!
António Piedade
La ciencia en la prensa regional – Ciência Viva
António Piedade es bioquímico y comunicador científico. Publicó más de 700 artículos y crónicas de divulgación científica en la prensa portuguesa y 20 artículos en revistas científicas internacionales. Es autor de nueve libros de divulgación científica: “Íris Científica” (Mar da Palavra, 2005 – Plan Nacional de Lectura), “Caminhos de Ciência” con prólogo de Carlos Fiolhais (Universidad Imprensa de Coimbra, 2011), “Silêncio Prodigioso” (Ed. Autor, 2012), “Íris Científica 2” (Ed. Autor, 2014), “Diálogos con la Ciencia” (Ed. Autor, 2015) prólogo de Carlos Fiolhais, “Íris Científica 3” (Ed. Autor, 2016) , “Íris Científica 4” (Ed. Autor, 2017), “Íris Científica 5” (Ed. Autor) prologado por Carlos Fiolhais, “Diálogos con la ciencia” (Ed. Trinta por um Linha, 2019 – Plan Nacional de Lectura) prologado por Carlos Fiolhais. Regularmente organiza ciclos de conferencias de divulgación científica, entre las que destaca la ya muy popular “Science at Six”. Regularmente da conferencias sobre comunicación científica en escuelas y otras instituciones.
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