Los últimos tiempos han sido verdaderamente desafiantes, entre una pandemia, la emergencia climática y un conflicto que sacude nuestra paz, ciertamente todos nos hemos cuestionado mucho el futuro. Fue hace una semana, en la culminación de una formación europea —la KNow Generation— que regresé a tantas preguntas que me sigo haciendo, pero generalmente en el área de la ciencia. ¿Cómo podemos inspirar e involucrar a las nuevas generaciones? ¿Qué nos emociona del futuro? ¿Y qué nos preocupa? ¿Cómo se puede construir el futuro entre varias generaciones?
La Unión Europea también piensa en el futuro estos días, con la Conferencia sobre el Futuro de Europa, con ideas de cientos de ciudadanos europeos sobre la mesa. Y fue escuchando a la Secretaria de Estado de Asuntos Europeos, Ana Paula Zacarias, sobre este tema, que viajé al paralelo de dos esferas que me hacen soñar: la Ciencia y Europa. “Si en esta sala todo lo relacionado con la Unión Europea fuera azul, toda la sala sería azul”. Así como la Unión Europea está presente en nuestro día a día cuando muchas veces ni siquiera nos cuestionamos o tenemos una idea, también lo están la ciencia y la tecnología.
Y este es sólo el punto de partida. En ese paralelo, que tanto se entrecruza, encontramos también la “paciencia estratégica” y el tiempo que pueden tomar los procesos. La Unión Europea, como la Ciencia y la investigación, tiene necesariamente sus propios ritmos, momentos de negociación, de algunos retrocesos, de colaboración, hasta alcanzar sus conquistas y avances. Sin embargo, como experimentamos con la pandemia de covid-19, ambos son capaces de tomar medidas muy rápidas en una situación emergente. Con diálogo, movilización colaborativa, un objetivo común, la implicación de la sociedad, en una respuesta sin precedentes.
También se comparten los retos a los que se enfrentan actualmente la Unión Europea y la Ciencia. Desinformación, avalanchas de noticias e impidiendo que todos nos metamos en la espuma de los días y la cultura del miedo. No saber el futuro nos genera ansiedad a todos, y aquí también el desafío es común, comprender que tanto los científicos como los responsables políticos europeos no tienen respuestas para todo, pero que hay un camino por recorrer para llegar allí.
Y si realmente el sueño es lo que impulsa el progreso, en este camino al progreso, que creo que está pintado de innovación, empatía y humanismo, surge la pregunta que más me hago cada día: ¿cómo podemos lograr que más jóvenes sueñen con la ciencia? ? ¿Y los jóvenes todavía sueñan con la Unión Europea?
Aquí llegamos a otro desafío conjunto. Somos europeos de nacimiento e implicados en la ciencia y la tecnología, parecen conocimientos y experiencias casi adquiridas, y sin embargo esta implicación de todas las generaciones parece lejos de ser real. Decimos que el futuro está en manos de estas nuevas generaciones, sin embargo, cada vez más se percibe que es una presión que genera preocupación y hasta estrés a estos jóvenes.
Mirando más de cerca y en esta reflexión conjunta, llegamos a lo que creo que es la belleza tanto de Europa como de la Ciencia, un camino de desarrollo y contrato social que garantiza un futuro más justo para todas las generaciones, y sobre todo, creado en conjunto.
En el fondo, así me sentí con esta KNow Generation: un viaje con muchas historias, con personas tan diferentes, que comparten sueños europeos, caminos cruzados y que creen que hay un gran camino desde aquí. Que todos, y cada uno, seamos la generación del ahora que construya el futuro.
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