El breve encuentro del Presidente de la República con el Primer Ministro, el día de la toma de posesión de los Secretarios de Estado, en reemplazo del encuentro sostenido el jueves, que no se llevó a cabo, dejó conmocionado a Marcelo Rebelo de Sousa. El jefe de Estado, que comparte tanto espacio en un autofoto, como tiene una creencia exagerada en las capacidades de los portugueses, tampoco le gusta vivir solo y angustiado en relación con los tiempos que se avecinan.
Es cierto que el verano está llegando a su fin y el otoño, ya nos ha advertido el Banco Central Europeo, no traerá buenas noticias. Las proyecciones macroeconómicas siempre están cambiando y las que el gobierno presentará como base para el Presupuesto del Estado muy probablemente estén desactualizadas cuando la OE entre en vigencia. Anticiparse a este escenario no servirá de mucho, como puede confirmar el presidente, escuchándose a sí mismo a principios de verano, cuando dijo que las pensiones podrían subir más de un 10%, sin que ello produzca un efecto “para quedarse para siempre”.
Marcelo, ese mismo día, recordaba que “es en estas situaciones impredecibles que es fundamental no apartarse de la certeza en los principios, la lucidez en el análisis y la perspicacia en la decisión”, imprescindibles para “enfrentar esta situación crítica”.
La ralentización del crecimiento económico, con el BCE hablando de estancamiento o incluso de recesión en los próximos trimestres, la recesión en 2023 en Europa, por la crisis energética y los efectos de la política monetaria del banco central para frenar la inflación, no sorprenden a nadie. . Como no es novedad que la inflación muy por encima del deseable 2% durará mucho, se mantendrá en el 8% este año en Europa y no bajará del 5% en 2023, aún con el BCE obligado a seguir subiendo a su directora Tarifa.
Si los máximos dirigentes de la Nación hablaran siempre con la verdad a los contribuyentes, sin enmascarar las malas noticias, los portugueses estarían en mejores condiciones para tomar las mejores decisiones, tanto en términos de consumo como de ahorro.
Si los máximos dirigentes de la Nación hablaran siempre con la verdad a los contribuyentes, sin enmascarar las malas noticias, los portugueses estarían en mejores condiciones para tomar las mejores decisiones, tanto en términos de consumo como de ahorro. La verdad que pide Marcelo no es ni siquiera para ayudar a los ciudadanos a tomar las mejores decisiones financieras. Parece más interesado en justificar decisiones gubernamentales impopulares y en preparar una respuesta a los tiempos de lucha que se avecinan en la Administración Pública.
Tal vez no sería necesario estar anticipando escenarios, si Costa y Marcelo no estuvieran muy a menudo con el Senhor Feliz y el Senhor Contente, anunciando aumentos históricos en las pensiones, que Bruselas nunca permitiría. Por supuesto, la vida se va a poner más difícil, con la crisis energética, con la inflación devorando el poder adquisitivo y las cuotas hipotecarias alcanzando niveles insoportables para muchas familias. Es Europa la que no nos permite volver a entrar en aventuras, pero la culpa del Estado por no poder tener una respuesta más contundente para ayudar a quienes más lo necesitan no es de Europa. Mantener las cuentas bien, Marcelo está ahí, hay que mantener una «realidad propugnada por la sociedad portuguesa». Los próximos meses serán políticamente muy difíciles para el gobierno, afianzado en la mayoría absoluta que lo respalda en la Asamblea de la República, pero a punto de perder el rumbo.
Periodista
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