El 2 de marzo de este año, representantes de 175 países reunidos en Nairobi, Kenia, acordaron iniciar negociaciones para el primer acuerdo mundial contra la contaminación por plásticos, catalogado como el tratado ambiental más importante desde el Acuerdo de París de 2015. libros de historia”, dijo Espen Barth Eide, ministro noruego del clima y presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Detrás del esfuerzo por crear el histórico tratado se encuentra un marinero británico de 46 años que en 2005 batió el récord mundial de navegación alrededor del mundo en solitario y sin escalas. Luego de pasar 71 días y 14 horas con escasez de alimentos, agua potable y combustible en la embarcación, el navegante se percató de que la limitación se da en todo el planeta y por lo tanto se deben aprovechar mejor los recursos naturales, evitando el desperdicio. “Está claro que la extracción indiscriminada para producir bienes desechables no es sostenible a largo plazo. Urge un cambio sistémico”, defiende la navegante de todos los récords que fue condecorada con el título de “dama” por la reina Isabel II.
En 2010 creó la Fundación Ellen MacArthur, cuya misión es acelerar la transición global de una economía lineal (que extrae recursos naturales, produce objetos de vida corta y los desecha) a una economía circular, que es regenerativa y reutiliza materiales para evitar la eliminación.
En asociación con ONU Medio Ambiente, la fundación con sede en el Reino Unido lidera el Compromiso Global para una Nueva Economía de los Plásticos, un pacto que reúne a gobiernos, empresas y organizaciones del tercer sector en torno al objetivo de crear una economía circular para las personas con plásticos. Los más de 500 firmantes incluyen gigantes como Unilever, Danone y Coca-Cola y son responsables del 20% de los envases de plástico del planeta.
En una entrevista con ecoEllen habla sobre su trayectoria, los próximos pasos para implementar el tratado global, el impacto de la pandemia en el aumento de la contaminación plástica y la oportunidad para la agroindustria brasileña de participar en una economía más próspera y regenerativa.
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