¿Es urgente que hagamos un esfuerzo “supremo” por comprender la Corte Suprema de Justicia de nuestro sufrido país? ¿Merecen los supereruditos, es decir, aquellos que tienen conocimientos por encima del erudito, la excelencia que exige el cargo?
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Los «bandidos de cuello blanco», que son muchos. Y continúan arrestando monetariamente a los que no están preparados y liberando a aquellos con mayor poder financiero o influencia política. Estamos lejos de la esencia democrática.
Hasta entonces, no es posible llegar a un denominador común y justo en la lucha contra la corrupción arraigada en la política brasileña. Un entendimiento democrático es prácticamente imposible, mientras exista esta vergonzosa cantidad de partidos políticos en el país.
La mayoría de los ministros brasileños, lamentablemente, llevan en las venas los colores de quienes los ayudaron a ascender a sus cargos.
El gobierno mismo no anda con rodeos, en el sentido de corromper a la gente; es el pueblo el que corrompe al gobierno. Los proyectos de nuestros guardianes de la moralidad pública quieren cambiar la naturaleza humana, cosa que no pueden hacer. Y los que pueden cambiar el estado no quieren.
¿Qué ladrón no se llena de fe, frente a un STF lleno de ministros que se creen dioses o demonios? Nunca se sabe.
¿Qué tal vender algunas empresas estatales, especialmente aquellas que son verdaderas perchas de trabajo? Petrobras, considerada “la guinda del pastel”, fue una de las más desolladas monetariamente por gobiernos anteriores. Por no hablar de Banco do Brasil, Caixa Econômica, Correios, etc.
Urge colaborar y alentar la formación de un gobierno que traiga en su “bulto” los colores verde, amarillo, azul y blanco de nuestra bandera. Honremos a nuestra amada patria Brasil.
Wilson Oliveira Trindade (Licenciado en Derecho) Londrina
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