Exministro apareció para comandar la ciencia de otro planeta – 04/07/2022 – Opinión

En su primera aparición como Ministro de Ciencia en el principal evento científico del país —la reunión anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, en 2019— el astronauta Marcos Pontes pronunció su tradicional conferencia motivacional. De ciencia, dijo poco. Y mantuvo esa melodía durante todo su mandato.

En el momento de la conferencia, el gobierno coqueteaba con el negacionismo. Bolsonaro acababa de atacar al Inpe (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), una institución líder que tiene socios como la NASA, por los datos de deforestación en la Amazonía. Pontes no entró en la refriega, como quien mira desde un planeta lejano. El director del instituto, Ricardo Galvão, fue destituido.

El astronauta acompañó a otros ministros y al propio presidente criticando repetidamente a las universidades públicas, responsables del 90% de la ciencia brasileña. Dijeron que estaban haciendo un escándalo. Vio caer en picado el presupuesto de su cartera mientras países con una fuerte cultura científica aumentaban las inversiones en investigación para combatir el coronavirus.

Hizo uno o dos anuncios cojos, como el de un fármaco «secreto» contra el Covid con buenos resultados en células. Era nitazoxanida, un antiparasitario. No llegó a nada, como la mayoría de los experimentos in vitro (que, por lo tanto, rara vez se publicitan). Luego, para fines de este año prometió la primera vacuna nacional contra el Covid (que está en pruebas, así que no sabemos si dará algo).

Vio a su jefe corriendo con cloroquina en la mano tras un emú y gastando recursos públicos -escasos en su cartera- para comprar el fármaco sin pruebas contra el Covid. Viajó, se vistió de astronauta y se hizo fotos con los niños en una especie de campaña permanente. Eventualmente, dejó el cargo para postularse para la Cámara. La única preocupación parecía ser seguir siendo ministro. Funcionó para él, pero no para la ciencia brasileña.