Iñarritu en la Mostra de Venecia regresa a México en ‘Bardo’ – 09/01/2022 – Ilustrados

Iñarritu en la Mostra de Venecia regresa a México en ‘Bardo’ – 09/01/2022 – Ilustrados

Con dos trofeos del Oscar al Mejor Director en el estante, el mexicano Alejandro González Iñárritu se ha establecido indiscutiblemente como uno de los nombres más venerados en el escalafón superior de Hollywood. Pero parece haber llegado a un punto de su carrera en el que, a pesar de su éxito internacional, extraña hablar más de cerca con su país de origen sobre temas específicos de México.

Así se desprende de su nuevo proyecto, «Bardo, Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades», que el cineasta presentó este jueves en la Mostra de Venecia.

La producción de Netflix muestra a Silverio Gama, un exitoso periodista y documentalista mexicano que decide irse a trabajar a Estados Unidos, con la perspectiva de tener más libertad en su carrera. Regresa a México para recibir un premio a su trayectoria, al encontrarse no solo con amigos y familiares, sino también con un pueblo y un país cuyos problemas lamenta alejarse, a pesar del alivio que también le ha traído.

Es decir, de manera un poco camuflada, es Iñárritu quien habla de sí mismo, de su propia carrera exitosa en temas americanos, en películas como «El hombre pájaro», 2014y «O Regresso», de 2015, y allí está su país de origen, pereciendo en una gigantesca crisis social y económica.

“En septiembre de 2001 me fui a vivir con mi familia a Los Ángeles. Fue una gran ilusión, teníamos muchos sueños, fue un acontecimiento fundamental para que la película existiera”, dijo Iñárritu a periodistas en Venecia. La película, para él, es «una reinterpretación emocional» de este episodio. “México es más que un país, es un estado de ánimo para mí”, dijo el cineasta.

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La película tiene tres horas de pura expiación por la culpa. Vemos a Gama recordando momentos de la infancia e interactuando con su familia, amigos, antepasados ​​y personas de su tierra natal, en imágenes más realistas, especialmente en escenas de la naturaleza de ensueño y caprichosas.

En muchas de ellas, el cineasta aprovecha para mostrar todo su virtuosismo estético, con trazos largos ideas visuales llamativas y difíciles de ejecutar. Pero entre una escena aquí pavoneada innecesariamente y otra allá, la película en general conserva su esencia de artista en crisis. En este caso, no sólo creativa –la producción se asemeja, en cierto modo, a “Ocho y medio” de Federico Fellini–, sino también conciencia de su propia relevancia en el mundo.

Es una película muy hermosa en su espíritu confesional, más que en su aspecto estético, aunque Iñárritu logra algunas secuencias verdaderamente notables, como cuando Gama baila «Let’s Dance» de David Bowie, cantada a capella.

Pero hay demasiadas escenas que simplemente repiten las mismas ideas: el sufrimiento de los mexicanos que intentan emigrar, las relaciones conflictivas entre México y Estados Unidos, el remordimiento del artista que abandonó un país y seres queridos en nombre de su profesión. En lugar de tres horas, todo podría haberse resuelto fácilmente en una hora y media.

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