Se cree que la irisina (una hormona y proteína liberada por el ejercicio) ayuda a estimular la memoria a corto plazo y, por lo tanto, previene el deterioro cognitivo. Según un estudio internacional publicado en la revista Nature Medicine, las proteínas y hormonas liberadas por el ejercicio pueden retrasar la aparición de enfermedades, incluida la enfermedad de Alzheimer.
Según la información disponible en el sitio web de la Asociación Portuguesa de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer, «la enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia que provoca un deterioro global, progresivo e irreversible de diversas funciones cognitivas (memoria, atención, concentración, lenguaje, pensamiento, entre otros). Este deterioro conduce a cambios en el comportamiento, la personalidad y la capacidad funcional de la persona, dificultando la realización de las actividades cotidianas”. Nos cuenta Augusto Cury, en “N’nunca te rindas con tus sueños” ( Bertrand, 2016), “Desde un punto de vista científico, nada es tan drástico para la memoria y para el mundo de las ideas como el colapso del cerebro”. La información se pierde, los pensamientos se separan de la realidad, la conciencia se sumerge en el vacío de la inconsciencia. Todo y nada se vuelven lo mismo” (p. 43).
Para llegar a la conclusión de que la irisina podría ayudar a combatir el deterioro cognitivo, los investigadores trabajaron en ratones. Cuando los analizaron, notaron que los roedores con niveles inferiores al promedio de irisina en el cerebro tenían problemas con la memoria a corto plazo y menos capacidad para fortalecer sus sinapsis, es decir, las conexiones entre las neuronas que respaldan el flujo de información y la recuperación de la memoria en el cerebro. Otra observación importante a tener en cuenta es que cuando bloquearon las señales de irisina, los roedores no obtuvieron el impulso cognitivo que normalmente provoca el ejercicio. Esta proteína es, por lo tanto, la clave para una memoria fuerte, señala el estudio. “Nuestros resultados muestran que la irisina podría ser una nueva terapia para prevenir la demencia en pacientes de riesgo. También retrasa la progresión de la enfermedad en pacientes en estadios más avanzados”, apuntan los investigadores. Si bien se han logrado algunos avances científicos, está claro que los mecanismos por los cuales la irisina influye en la función cerebral siguen sin estar claros. Por lo tanto, se necesita más investigación.
Este estudio no es el primero en destacar los beneficios del ejercicio físico sobre el cerebro y la memoria. En 2016, investigadores estadounidenses descubrieron que las personas físicamente activas tenían una materia gris más desarrollada que las personas sedentarias, lo que reduce el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. En su estudio, los científicos observaron un menor riesgo de demencia en las personas mayores a las que les gusta la jardinería, las que prefieren andar en bicicleta a conducir y las que disfrutan de la natación. También observaron que las personas que ya tenían la enfermedad o un déficit cognitivo leve podían retrasar el deterioro cognitivo a través de la práctica del deporte. Cuantas más calorías queman los pacientes, menos materia gris pierden en las áreas cerebrales responsables de la memoria y la cognición.
Víctor Rosa
Sociólogo, Postdoctorado en Sociología y Ciencias del Deporte, Doctorado en Educación Física y Deporte, Didáctica.
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