El ingrediente que faltaba era el evento volcánico que envió los diamantes a la superficie de la Tierra, donde los humanos podían alcanzarlos con las manos.
En la década de 1980, se estimaba que los diamantes Argyle habían aparecido hace 1.200 millones de años. Pero no había ningún «desencadenante» en ese momento para el aumento de los diamantes raros, dijo Olierook, por lo que los investigadores intentaron establecer un cronograma más preciso.
Utilizaron un láser más delgado que un cabello humano para sondear pequeños cristales en una muestra de roca Argyle proporcionada por el propietario de la mina, el gigante minero anglo-australiano Rio Tinto.
Al medir las edades de los elementos de los cristales, los investigadores determinaron que Argyle tenía 1.300 millones de años, lo que significa que los diamantes aparecieron 100 millones de años más tarde de lo que se pensaba anteriormente.
Este hecho corresponde a la desintegración del primer supercontinente del mundo, conocido como Nuna o Columbia.
En Nuna, «casi todas las masas terrestres de la Tierra han sido comprimidas», dice Olierook.
La inmensa presión que dio a los diamantes su color -el segundo ingrediente- se produjo durante las colisiones entre Australia Occidental y el Norte de Australia hace 1.800 millones de años.
Cuando Nuna comenzó a desintegrarse quinientos millones de años después, exacerbó la «cicatriz» de ese evento, dijo Olierook.
El magma atravesó esa vieja cicatriz “como un corcho de champán al estallar”, llevándose consigo los diamantes, añadió.
El coautor del estudio, Luc Doucet, dijo que una “explosión masiva” de este tipo, que envió diamantes a viajar casi a la velocidad del sonido, nunca había ocurrido en la historia de la humanidad.
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