Pero esta semana Brasil sorprendió con la postura de la presidenta electa de México, Claudia Scheinbaum, quien se alejó de la postura inicialmente adoptada por los tres países. Asume el poder el 1 de octubre.
El martes fue el turno del actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de anunciar que se retiraba del proceso de mediación, sin previo aviso de los brasileños.
Cuando se le preguntó si hablaría con Lula y Petro, simplemente respondió «ahora no» y que esperaría «hasta que se resuelva el asunto ante la Corte (de Venezuela)». Por lo tanto, los mexicanos están dando señales de que dejarán que las instituciones venezolanas arbitren en este tema. Para la oposición, estas instituciones están controladas por Maduro y, por lo tanto, sólo sellarán su victoria. Ésta no era la posición que habían acordado los tres mediadores.
Oficialmente, Brasil y Colombia insisten en que Maduro tiene la obligación de presentar el acta de las elecciones que tuvieron lugar hace dos semanas. Pero incluso dentro del gobierno brasileño hay temores de que será cada vez más difícil confiar en estas actas para salir de la crisis.
Para la oposición, este retraso reduce cada vez más la transparencia requerida durante las elecciones y genera dudas sobre un posible fraude en los documentos que el régimen decide presentar.
Fuentes de Itamaraty también señalan que ni Brasil ni Colombia están abrazando la idea de convocar nuevas elecciones en Venezuela. La propuesta fue sugerida informalmente por Celso Amorim, asesor especial de la presidencia. Pero Itamaraty y Palácio do Planalto insisten en que ésta no es la posición oficial del gobierno y que Lula continúa guiando a sus diplomáticos hacia la transparencia en las elecciones.
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