En el lado norte del bullicioso bullicio de la Ciudad de México, los pelícanos blancos americanos chapotean en las aguas de un lago después de viajar miles de millas desde los Estados Unidos y Canadá para escapar de la mordedura del invierno del norte.
Parte de los grupos migratorios que vienen a México cada año para alimentarse y descansar, los pelícanos comenzaron a detenerse en el lago Bosque San Juan de Aragón después de que la ciudad y los científicos lanzaran un proyecto hace una década para crear áreas cerca de los humedales para revivir el medio ambiente local. .
“Estos espacios se han perdido, y ahora la misión es recuperar algunos de ellos para que podamos disfrutar de todos los La diversidad de aves”, dice Miriam Vargas, administradora de vida silvestre en Sunny Lake in the Forest.
Alrededor de 65 de los pelícanos han llegado a asociarse con otras aves en el lago y los humedales, un número que, según los expertos, aumentará a alrededor de 400 a principios del próximo año.
Pelecanus erythrorhynchos, como se clasifica el pelícano de 15 kg, es una de las aves más grandes del continente. Con una envergadura de hasta 3 metros, el pájaro de pico amarillo es famoso por el trabajo en equipo que desarrolla para atrapar peces.
Para ralentizar la destrucción de hábitats
Resultado de una iniciativa entre la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno de la Ciudad de México para sanear el suministro de agua local a través de la creación de un humedal en 2010, el Refugio de Agua Limpia fue diseñado para atraer a los fauna silvestre🇧🇷 Sin embargo, en 2020 se creó un segundo humedal.
El lago Bosque San Juan de Aragón es aclamado por las autoridades de la megalópolis como un éxito en los esfuerzos para frenar la creciente contaminación de hábitat causados por la urbanización y el crecimiento de la población humana. Para los visitantes, es un recordatorio de que la Ciudad de México tiene más que ofrecer que obras de construcción y atascos de tráfico.
“Es un lugar de la ciudad donde se puede ver este tipo de migración”, dice el ingeniero Luis Bautista, visitando el bosque con su hija. “En una ciudad donde quizás pensabas que solo la veías en otros entornos”, observa.
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