Úteros artificiales para bebés – Ciencia y Salud

Los bebés que nacen a las 23 semanas o menos necesitan ayuda para respirar. “Se encuentran en una etapa crítica de su desarrollo, ya que sus pulmones comienzan a producir surfactante, una sustancia que evita que los alvéolos pulmonares colapsen durante la exhalación”, dice el obstetra. “Pero hasta las 28 semanas esta producción suele ser insuficiente y, por tanto, estos bebés necesitan ventilación mecánica para ayudarles a respirar”, añade. El problema es que la ventilación puede ser traumática para los pulmones y provocar daños crónicos.

En teoría, en los úteros artificiales el riesgo de lesiones sería menor. Para ello, los bebés tendrían que ser colocados en úteros artificiales inmediatamente después de ser extraídos por cesárea de sus madres. ¿Por qué? Antes de que los vasos sanguíneos del cordón umbilical se estrechen, como ocurre después del nacimiento, impidiendo el paso de nutrientes y oxígeno. “Si la tecnología puede imitar con precisión el ambiente intrauterino y la función de la placenta, es razonable creer que podría aumentar la tasa de supervivencia y reducir las complicaciones de los bebés que nacen tan prematuramente”, considera Mariana Torres.

La tecnología mejorará la tasa de supervivencia y reducirá las complicaciones de los bebés nacidos a las 23 semanas. Salvar a los bebés prematuros seguirá siendo difícil. “El límite de viabilidad de 22 semanas es un límite complejo y difícil de superar”, explica el experto. “Hay que tener en cuenta no sólo la madurez de los órganos del bebé, como los pulmones, el cerebro y el intestino, sino también las tecnologías y tratamientos médicos disponibles”, añade.

Cuestiones bioéticas
En Estados Unidos, uno de cada 10 bebés nace prematuramente y la mitad de los que nacen antes de las 23 semanas mueren. En Portugal, la prevalencia de bebés prematuros menores de 32 semanas es del 1,2%, pero todavía hay muchas dudas. La primera: cómo realizar ensayos clínicos con bebés. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) está estudiando el procedimiento que podrían utilizar los científicos, pero lo hace de forma confidencial. Los científicos señalan que, si se aprueba, todavía tardará entre cinco y diez años en estar disponible. Y entonces no todos tendrán acceso.

“Seguramente será un tratamiento muy caro y corremos el riesgo de que sólo esté disponible para una minoría de la población”, destaca el médico. También hay que tener en cuenta las consecuencias a largo plazo, que se desconocen. “Sin duda, no sólo debemos preocuparnos por la supervivencia de estos bebés, sino también por su calidad de vida a largo plazo, lo que plantea interrogantes bioéticos de difícil respuesta”, concluye Mariana Torres.