Con los precios de las materias primas en alza en la primera década de este siglo, los efectos en las economías de innumerables países africanos han generado una ola de entusiasmo como nunca antes. Era la época de Africa Rising destacada en prestigiosas revistas (destacando «The Economist»), a través de estudios e informes de consultores y organismos internacionales, académicos y políticos. Sin embargo, la segunda década y los problemas estructurales internos de estos países combinados con las crisis, primero de materias primas en 2014 y luego, ya a principios de esta década, la pandemia del covid-19, frenaron el entusiasmo anterior. Por otro lado, desde los años 90 del siglo pasado y de manera más persistente a lo largo de este siglo, Asia, tanto el Sudeste Asiático como el Sur de Asia, ha permanecido en el centro de atención, viéndose como, y en una tendencia cada vez más acentuada, el centro de la dinámica del crecimiento económico mundial. Un ejemplo sencillo de esta percepción es la celebración de la reciente cumbre UE-India en Oporto y durante la Presidencia portuguesa.
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