Si crees que la altura del ruido tiene que ver con que la persona “quiere hacerse notar”, debes saber que esto está lejos de la verdad, dice la ciencia.
Según neurólogos y expertos en otorrinolaringología, existen varios factores que pueden influir en la forma en que una persona estornuda. Según ellos, «estornudar puede revelar mucho sobre nuestra personalidad, anatomía e incluso la cultura en la que vivimos».
Un estudio realizado por la Fundación de Investigación y Tratamiento del Olor y el Gusto en Chicago sugiere que “la forma en que estornudamos puede reflejar nuestra personalidad subyacente. Por ejemplo, las personas extrovertidas tienden a tener estornudos más explosivos, mientras que las personas tímidas pueden intentar contener sus estornudos, lo que resulta en algo más parecido a un murmullo. Es casi como si el estornudo fuera una forma peculiar de expresión personal».
Pero estornudar no es sólo una cuestión de personalidad: los factores culturales y sociales también juegan un papel importante. En algunas culturas, estornudar ruidosamente se considera de mala educación, mientras que en otras es simplemente una parte normal de la vida.
Las expectativas de comportamiento también pueden variar según el género: las mujeres suelen hacer menos ruido, ya que la sociedad, en general, espera que las mujeres sean más delicadas y educadas. Por otro lado, el hombre es “libre” de estornudar más fuerte.
Otra influencia proviene de la anatomía de cada individuo. El tamaño de los pulmones, por ejemplo, puede afectar la intensidad del estornudo.
Cuanto más aire inhalemos antes de estornudar, más intenso será el estornudo.
La respuesta está en el flujo de aire que acompaña al estornudo. Cuando el aire se libera rápidamente por la boca o la nariz, se produce el característico sonido de estornudo.
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