¿Cómo se está preparando el mundo para nuevas emergencias sanitarias?

¿Cómo se está preparando el mundo para nuevas emergencias sanitarias?
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No hubo tiempo para mucho silencio. Todavía cómodo con la reducción de casos graves de covid-19, el mundo está lidiando con dos áreas de preocupación: casos en niños de hepatitis de origen indefinido y viruela del simio. En Brasil, hasta el miércoles (25/5), había 64 casos en investigación de hepatitis, distribuidos en 15 estados. Un aumento significativo con respecto a los datos del 12 de mayo, cuando había 34 casos probables en espera de clasificación en 8 estados.

Además, hasta el miércoles, no había casos sospechosos de viruela símica en el país. Pero, según Fátima Marinho, profesora de posgrado de la Universidad Federal de Minas Gerais, es solo cuestión de tiempo. Causada por un virus y transmitida por el contacto con secreciones, lesiones cutáneas u objetos contaminados, la enfermedad ya ha sido registrada en 15 países, incluidos Portugal y España, dos destinos con relaciones muy estrechas con Brasil.

En el caso de la viruela, la mayor preocupación es evitar la propagación. De ahí, de nuevo, la gran importancia del seguimiento. “Afortunadamente, la enfermedad no causa muchas muertes al principio. Pero sabemos que cuanto más se propague la enfermedad, más probable es encontrar personas susceptibles, provocando casos graves y, en consecuencia, muertes”, advirtió.

En el caso de la viruela, el mayor riesgo lo corren las personas con problemas de salud, ya sea por enfermedad o por condiciones relacionadas con la pobreza. En Brasil, el Ministerio de Salud ha habilitado una sala de crisis desde la semana pasada para dar seguimiento a los casos sospechosos.

Malas noticias para un sistema de salud desbordado, que tiene que hacer frente a las demandas acumuladas de enfermedades crónicas no tratadas durante el período más difícil de la pandemia y el largo Covid.

Además de los problemas inmediatos, la hepatitis de causa desconocida y la viruela del simio refuerzan una llamada de larga data de los especialistas. La necesidad de un sistema de vigilancia mundial eficaz para identificar las amenazas de nuevas pandemias. Este es un tema que va más allá de la salud. “Los grandes grupos empresariales también son conscientes de que surgirán nuevas pandemias. Obviamente no sabemos cuándo, pero si nos guiamos por los últimos años, no debería ser más de una década”, dice Fátima.

Las experiencias del SARS (en 2002), H1N1 (en 2009) y Covid-19 han demostrado claramente cuán defectuoso es el sistema de vigilancia. De cualquier manera, había una falta de velocidad. La recomendación es que los países se comuniquen tan pronto como identifiquen sospechas de amenazas para la salud. “¿Pero qué país se anima a hacerlo, dadas las reacciones de prejuicio, las barreras que siempre se crean?”, pregunta Fátima. Los ejemplos abundan. Cuando aparecieron los primeros casos de Covid-19, hubo muchos informes de turistas chinos con prejuicios. Con la variante omicron, se colocaron barreras en los países africanos que no tenían casos registrados de la nueva cepa.

El Reglamento Sanitario Internacional, que entró en vigor en 2007 y es seguido por 196 países, se encuentra actualmente en proceso de revisión. Una de las propuestas es que el monitoreo se haga de forma descentralizada y que no haya necesidad de intermediación gubernamental para que se realicen las alertas. “La propuesta ya es blanco de críticas, porque choca con la soberanía. Es una espada de doble filo”, dice Fátima.

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El empresario estadounidense Bill Gates también se ha dedicado al tema. Propone crear una coordinación global, con grupos de trabajo para hacer seguimiento y actuar en caso de riesgo.

Fátima cree que ninguna respuesta será efectiva si no hay solidaridad. Tienes que traer confianza. Contar no solo con una red de vigilancia, sino también con apoyo asistencial, técnico, financiero y humanitario. Los casos recientes han demostrado lo difícil que es lidiar con un agente infeccioso que se propaga y lo vulnerable que es el mundo. No solo la salud, sino que la economía mundial se vería gravemente afectada por nuevas emergencias. “Y lo que hemos visto deja claro que no hay tiempo que perder”, dice Fátima.

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