Covid: entender por qué los guiones bajos no se nombran con el alfabeto griego :: Leiagora | reproducir ahora

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Desde que surgió la variante micrométrica del coronavirus en la segunda mitad de 2021, han surgido cientos de sublíneas. Identificados por siglas llenas de letras y números, los nombres confunden a cualquiera fuera de la comunidad científica.

Por ejemplo, las versiones de micras BA.1, BA.2, BA.4, BA.5, BQ.1.1, BQ.1 y, más recientemente, XBB.1.5 ya pasaron por Brasil. Pero después de todo, ¿por qué los guiones bajos se llaman así?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció, en mayo de 2021, que las variantes de interés y preocupación del Sars-CoV-2, causante del Covid-19, deben ser nombradas con letras del alfabeto griego. Las cepas que cambiaron el curso de la pandemia han sido identificadas como Alfa, Beta, Gamma, Delta y Micron.

Los nombres se utilizan para facilitar la comunicación entre la comunidad científica y el público y para evitar el estigma que podría vincular las variantes a los animales o localidades donde se encontraron por primera vez.

“Si bien tienen sus ventajas, los nombres científicos pueden ser difíciles de pronunciar y recordar y son propensos a errores de notificación. Como resultado, las personas suelen nombrar las variantes por los lugares donde se detectan, lo que es estigmatizante y discriminatorio”, explica la OMS, en el documento que contiene las pautas para la clasificación de las variantes.

Impactos en la pandemia

La OMS entiende que las variantes del virus solo merecen ser notificadas con letra griega cuando sus alteraciones tienen un impacto significativo en la salud pública, hasta el punto de requerir un cambio de respuesta en la lucha contra la enfermedad.

Debido a que comparten las mismas características, como la replicación en el tracto respiratorio superior y la capacidad de evadir la inmunidad conferida por la vacuna, las subvariantes de micras no requirieron cambios en la respuesta de salud pública y, por lo tanto, continúan siendo clasificadas como versiones de la cepa predominante.

La investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), Paola Resende, recuerda que desde el inicio de la pandemia ya se han descrito más de 2.500 cepas del virus Sars-CoV-2. Sin embargo, pocos han logrado el éxito evolutivo y muchos incluso han dejado de circular.

Paola es investigadora del Laboratorio de Virus Respiratorios y Sarampión del Instituto Oswaldo Cruz (IOC/Fiocruz) y una de las curadoras de la plataforma GISAID, la principal base de datos genética del coronavirus.

“El patrón es que una línea reemplaza a otra con el tiempo. Entre esos linajes, algunos se destacan epidemiológicamente, por el número de casos o porque presentan mutaciones importantes en todo el genoma”, explicó, en entrevista con la Agência Fiocruz de Notcias.

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