Los expertos estudiaron una serie de dibujos rupestres vinculados a la tradición indígena otomí de la pintura blanca en México, concluyendo que el arte puede revelar la larga conexión humana con el espacio.
La cueva La Mesita, ubicada entre Hidalgo y Veracruz, alberga un valioso patrimonio. Solo en el lado de Veracruz, hay 26 sitios con pictogramas en abrigos rocosos y otras formaciones naturales.
Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México creen que los dibujos rupestres que se están estudiando actualmente están asociados con una ceremonia llamada Fogo Novo.
La cueva de La Mesita y todo el corredor donde se ubica siguen siendo lugares de culto para los otomíes, quienes aún consideran a la Luna y a los monolitos como entidades vinculadas a sus antepasados.
La cueva tiene paneles con elementos gráficos donde se pueden ver dibujos relacionados con las constelaciones de Miec y Mamalhuaztli.
Entre los dibujos rupestres, también es posible distinguir figuras antropomorfas con utilería, mordidas de dientes e incluso una persona con una pierna cortada.
“Todo esto es característico de Tezcatlipoca, figura náutica que en ocasiones acompañaba las llamas de fuego en forma de Mixcóatl”, Explique Alfonso Torres, uno de los investigadores del estudio.
Además, los investigadores notaron un contraste lógico en la ubicación de los dibujos, ya que el panel que muestra las constelaciones se encontraba a una altura considerable en la cueva, mientras que otros dibujos alusivos a eventos acuáticos se encontraron en paneles ubicados a nivel del suelo.
Los expertos consideran que la cueva de La Mesita y el corredor donde se ubica siguen siendo un lugar de culto para los otomíes, quienes aún consideran a la Luna y los monolitos como entidades vinculadas a sus ancestros. Es por eso que aún realizan varias ceremonias con dibujos rupestres.
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