domingo, octubre 13, 2024
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¿El dinero trae felicidad? Un estudio realizado en 19 regiones revela que quienes ganan casi nada viven tan felices como quienes tienen buenos salarios

En un estudio innovador publicado en procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias, investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad McGill, Canadá, han cuestionado el viejo dicho de que “el dinero compra la felicidad”. El estudio, que encuestó a 2.966 personas de comunidades indígenas en 19 lugares alrededor del mundo, revela que a pesar de ingresos mínimos en efectivo, estas comunidades reportan niveles notablemente altos de satisfacción con la vida.

Contrariamente a la sabiduría convencional que asocia el crecimiento económico y mayores ingresos con un mayor bienestar, las investigaciones sugieren que la felicidad va más allá de la riqueza monetaria. Si bien las encuestas globales a menudo resaltan la mayor felicidad reportada en países con salarios altos en comparación con aquellos con salarios más bajos, este estudio profundiza al examinar comunidades donde el dinero juega un papel menos central en la vida diaria.

El autor principal, Eric Galbraith, señala que «sorprendentemente, muchas poblaciones con ingresos monetarios muy bajos reportan niveles promedio muy altos de satisfacción con la vida, con puntuaciones similares a las de los países ricos». Esta revelación desafía las nociones preconcebidas sobre la importancia universal de la riqueza para la felicidad.

Los hallazgos del estudio son tan esclarecedores como provocadores. A pesar de perdurar historias de marginación y opresión, las comunidades entrevistadas demuestran resiliencia y satisfacción. Factores como el apoyo social, las relaciones cercanas, la espiritualidad y una estrecha conexión con la naturaleza emergen como importantes contribuyentes a su bienestar general.

Además, la investigación tiene profundas implicaciones para los esfuerzos de desarrollo sostenible en todo el mundo. Esto sugiere que el crecimiento económico intensivo en recursos puede no ser una condición necesaria para la felicidad humana. Esto desafía los modelos de desarrollo tradicionales que priorizan el crecimiento del PIB sobre la sostenibilidad ambiental y la equidad social.

Uno de los hallazgos más sorprendentes es la disparidad entre los niveles de felicidad reportados en estas comunidades y entre los países ricos. Si bien el puntaje promedio de satisfacción con la vida en las sociedades estudiadas es impresionante, con un promedio de 6,8 sobre 10, algunas comunidades obtuvieron puntajes aún más altos, y cinco comunidades reportaron puntajes de felicidad de ocho o más, rivalizando con los países más felices del mundo.

Según los resultados, las cinco comunidades más felices están conformadas por indígenas del altiplano occidental de Guatemala, el río Juruá en Brasil, Amambay en Paraguay, Lonquimay en Chile y Puna en Argentina.

La autora principal del estudio, Victoria Reyes-García, destaca la importancia de estos hallazgos y dice que «la fuerte correlación que a menudo se observa entre los ingresos y la satisfacción con la vida no es universal». Señala que la riqueza, tal como la generan las economías industrializadas, puede no ser fundamentalmente necesaria para que los seres humanos lleven una vida plena.

Si bien el estudio ofrece información valiosa, los investigadores reconocen la necesidad de investigar más a fondo los factores específicos que determinan la satisfacción con la vida en varias comunidades. Al comprender qué hace que la vida sea satisfactoria en estos contextos únicos, los formuladores de políticas y los expertos esperan desarrollar enfoques más inclusivos y sostenibles para promover el bienestar global.

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