A principios de este año, a los científicos del Museo de Queensland y de la Universidad James Cook (JCU) se les asignó el desafío de encontrar al esquivo lagarto rayado de la pradera.
Los estudios formaron parte de una investigación realizada por el Centro de Paisajes Resilientes del Programa Nacional de Ciencias Ambientales del gobierno australiano, que investiga reptiles en alto peligro de extinción en Queensland.
Andrew Amey, de la Red de Museos de Queensland, que dirigió la expedición, dijo que el objetivo era encontrar tres especies de gecko con áreas de distribución muy pequeñas confinadas a la región del Monte Surprise, a unos 300 kilómetros al sur de Cairns.
“Todos estos lagartos son difíciles de encontrar y rara vez se ven. Dos de ellos forman parte de un gran grupo de lagartos, que se encuentran sólo en Australia, y que se han adaptado a suelos arenosos encogiendo sus extremidades para esencialmente nadar por el suelo”, explicó Amey.
«Esto demuestra que partes de Australia, como los pastizales y los bosques abiertos donde pasta el ganado, todavía pueden albergar una biodiversidad significativa», dijo.
Andrew Amey añadió que “fue un momento emocionante encontrar a los tres pargos, pero encontrar al pargo de Lyon fue un descubrimiento increíble”.
El profesor asociado de la JCU, Conrad Hoskin, que formó parte del equipo de investigación, dijo que el redescubrimiento del calango es un gran paso adelante en su conservación.
“El lagarto fue visto por última vez en 1981 y se temía que estuviera extinto. Verlo de nuevo después de 42 años, y en varios lugares diferentes, es emocionante. Ahora necesitamos evaluar su distribución completa y sus necesidades de hábitat”, subrayó.
El objetivo del estudio era descubrir si la especie todavía existía y si los científicos podrían encontrar nuevas poblaciones en otros lugares.
La pequeña distribución de los lagartos los hace vulnerables a eventos dañinos como incendios forestales, sequías, malezas invasoras y enfermedades.
“Necesitamos saber si estos geckos tienen poblaciones saludables o si están disminuyendo. No podemos tomar medidas efectivas para protegerlos si no sabemos dónde ocurren y qué amenazas enfrentan”, dijo Amey, y agregó que “la única manera de obtener esa información es salir a buscarlos”.
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