En su última columna semanal en Folha 2, “Aos Domingos Pellegrini”, edición 20 y 21 de marzo, el reconocido autor londinense, homónimo de la columna, nos sorprende con su texto. Al principio nos llama la atención la imagen de apertura, con la exposición de un hombre blanco pidiendo silencio a un mono; En un segundo momento nos aparece el título del texto “Mono con orgullo”, que nos sigue volviendo loca los argumentos del texto, que parecen ser construidos por alguien en aislamiento social no solo en el último año, sino por un toda la vida.
Domingos Pellegrini comienza su saga argumentativa ordenando que los negros no se ofendan cuando se les identifica como monos, sino que, por el contrario, deben enorgullecerse. El argumento de este cambio se basa en la comprensión del autor de que la raza negra es la madre de todas las demás y que los monos son nuestros parientes ancestrales. En este primer párrafo, la intención del autor es explícita con la exposición de la foto utilizada para la presentación del texto: Domingos habla, después de todo este es su espacio, como dice la columna con su nombre, pero luego una pregunta, quién debe escuchar. ¿en silencio?
A lo largo del texto, el titular del discurso hace uso de Domingos Pellegrinis, hombres blancos que recurriendo a la “neutralidad científica”, la licencia poética, el saber eurocéntrico y muchos otros privilegios históricos, se dialogan, nombrando otros grupos sociales que no lo hacen. , convencerlos de su inferioridad, en definitiva, ejercer lo que es su derecho, el privilegio de hablar en espacios públicos.
Apropiando su lugar de discurso, el sabio Pellegrini utiliza argumentos de la historia, la biología, la geografía, pero se olvida de hacer uso de lo que es tan característico de su obra de escritor, la sensibilidad.
Sociólogo e investigador cuya área de interés se centra en los efectos psíquicos del racismo sobre las subjetividades de la población negra y no negra, prefiero no utilizar conceptos teóricos para abordar los problemas aquí presentados. Prefiero seguir una postura humanitaria y ética, explícita en las siguientes preguntas: ¿de verdad crees que las personas que tienen que lidiar con el hecho de ser maldecidas son negros, y no los que lo maltratan? Incluso dentro de su aislamiento social, le pregunto, ¿alguna vez ha sido maldecido? Si es así, ¿salió feliz y orgulloso?
Lejos del otro, acostumbrado solo a hablar (escribir) y ser escuchado (leer), el columnista me autoriza (negro / mono) a imponer silencio y decir lo que puede y no puede afectarme.
Dueño de contemplaciones, bellos reflejos, sensibilidad y erudición que invaden las casas de miles de lectores de Folha de Londrina los sábados y domingos por la mañana, ir en contra de la orden de Pellegrini no es tarea fácil, al fin y al cabo, Domingos es el dueño del discurso, yo. Solo soy un hombre negro.
En su aislamiento social, puede que Domingos no lo sepa, pero ser llamado mono es lo mismo que llamar a alguien lo contrario de Domingos. Ese mono escucha en silencio al hombre blanco en la foto de apertura del texto. La sorpresa y el humor de la foto se debe a que la comunicación entre hombres y monos puede ser algo defectuosa, espero que no suceda lo mismo para los lectores de este texto, ¿o sería yo un mono?
Alex Eleotério, profesor de Sociología en Unespar / Apucarana.
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