La carrera por explorar el espacio inicia con su limpieza

En recientes años el interés por la exploración espacial ha ido más allá de la comunidad científica a ser parte de nuestro día a día, con un mayor seguimiento sobre los diversos proyectos puestos en marcha para conquistar en definitiva nuevas fronteras.

Esto lo podemos apreciar en mayor medida por el interés que generan producciones como el documental Inspiration4 basado en la misión de SpaceX de ir a Marte o la serie Space Force ambientada en una segunda carrera espacial entre naciones por llegar a la luna. Incluso los juegos de tragamonedas online abordan esta temática en títulos como Nebula dónde deberemos alinear los planetas de nuestro sistema en cada giro para desbloquear fenómenos espaciales como la lluvia de asteroides en sus escenas especiales.

Sin embargo, más allá de los obstáculos técnicos que implican los viajes al espacio, estos también podrían verse comprometidos debido a la creciente presencia que tiene la basura espacial alrededor de nuestro planeta.

Se estima que existan más de 7600 toneladas de material espacial orbitando a gran velocidad alrededor de la tierra, los cuales pueden ir desde diminutos fragmentos, herramientas de los astronautas, hasta cohetes propulsores y naves en desuso. Esta situación planteó un posible escenario conocido como el Síndrome de Kessler. Este sugiere que el volumen de basura aumentará por la colisión entre estos cuerpos artificiales y sus fragmentos provocando una reacción en cadena, especialmente en la órbita terrestre baja, haciéndola completamente inaccesible.

Esta teoría ganó más fuerza tras la colisión en 2008 de dos satélites, el Cosmos 2251 y el Iridium 33, liberando en el acto miles de fragmentos que aún siguen chocando entre sí, al igual que otros varios millones de diversos tamaños, a velocidades de hasta 300.000 kilómetros por hora. Para tener una imagen más clara, el portal stuff in space nos da la oportunidad de observar en tiempo real un modelo de la tierra y los diversos satélites y fragmentos que poco a poco la van ocultando. Afortunadamente, ya varias agencias espaciales están tomando cartas en el asunto.

Una oportunidad para el sector privado

Una de ellas es la agencia china, a la cual se le detectó un satélite recolector, el SG21 acoplándose a una sonda desactivada desde 2009 para llevarla a una órbita mucho más lejana u órbita cementerio e impedir cualquier posible colisión con otros satélites activos. Si bien la medida no es una solución definitiva, es un avance del que podría ser uno de los negocios más lucrativos de los próximos años.

Prueba de ello es el acuerdo de 103 millones de dólares entre la Agencia Espacial Europea (AEE) y la startup suiza ClearSpace para remover en los próximos 5 años al satélite de 120 kilos VESPA, en lo que sería la primera remoción de un objeto espacial en órbita. Esto ha incentivado los esfuerzos en proveer soluciones más efectivas, considerando el incremento de las actividades de lanzamiento para las misiones de exploración a la luna, marte, así como la puesta en órbita de más satélites.

Uno de estos aportes es el de la ingeniera mexicana Rebeca Hernández a través del proyecto Trash Out. Incorporando brazos articulados con agarres y arpones en los satélites, estos podrán remover de manera más precisa cuerpos espaciales, mientras se trasladan eficientemente entre órbitas gracias a los giroscopios que ella misma ha diseñado. El proyecto ha contado con el apoyo de la universidad de Tokio y de Unicef Global para su desarrollo.

La NASA por su parte ya ha incorporado el proyecto OSCAR en sus misiones. Este consiste en un reactor orbital acoplado a las naves de transporte con el fin de convertir la basura producida por los astronautas en gases y que a futuro esperan usar para también recuperar metales y agua.

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