Thaisa Bergmann: “Imagen de Sgr A* muestra la importancia de invertir en ciencia” – Revista Galileu

Thaisa Bergmann: “Imagen de Sgr A* muestra la importancia de invertir en ciencia” – Revista Galileu

Según la astrofísica, los agujeros negros juegan un papel clave en la evolución de la galaxia.

En abril de 2019, se publicó la primera imagen de un agujero negro, registrada en una galaxia llamada Messier 87 (M87). Sin precedentes, el evento impactó significativamente los estudios en el campo de la astronomía. Hoy, tres años después, se capturó una nueva imagen de un agujero negro supermasivo, pero esta vez ubicado en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Como en 2019, la imagen fue producida por el equipo de investigación global Event Horizon Telescope Collaboration, que analiza las observaciones realizadas por una red mundial de radiotelescopios. Este resultado proporciona evidencia convincente de que el objeto, llamado Sagitario A, es, de hecho, un agujero negro, además de proporcionar pistas valiosas sobre el funcionamiento de este misterioso fenómeno astronómico.

“Hemos estado cerca de esto muchas veces antes. Los telescopios observaron estrellas moviéndose alrededor de un objeto invisible y compacto en el corazón de la Vía Láctea”, observa Xavier Barcons, director general del Observatorio Europeo Austral (ESO), durante la conferencia celebrada este jueves (12) y transmitida por el Youtube. «Estas mediciones ofrecen la mejor y más sólida evidencia hasta el momento de que estas estrellas solo podrían estar orbitando un agujero negro supermasivo».

El resultado de la investigación proporciona evidencia abrumadora de que el objeto, llamado Sagitario A, es, de hecho, un agujero negro.

El resultado de la investigación proporciona evidencia abrumadora de que el objeto, llamado Sagitario A, es, de hecho, un agujero negro.

Aunque no es posible ver el agujero negro en sí porque está completamente oscuro, el gas brillante alrededor del objeto genera la imagen tal como la conocemos: una región central oscura (llamada sombra) rodeada por una estructura brillante en forma de anillo. La luz capturada es desviada por la poderosa gravedad del agujero negro, que es cuatro millones de veces más masivo que nuestro Sol.

Aunque la forma en que se forma un agujero negro es todavía un tema de investigación, ya se sabe científicamente que todas las galaxias se formaron con este objeto en su centro. “El agujero negro juega un papel fundamental en la evolución de la galaxia, porque se alimenta de su material e influye en su entorno”, dice Thaisa Bergmann, astrofísica y profesora del Instituto de Física de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). ). ), en una entrevista con GALILEU. “Son extremadamente importantes para determinar el estado actual de las galaxias, incluida incluso la posibilidad de que si no hubiera un agujero negro en nuestra galaxia, no estaríamos aquí”.

La gran diferencia entre 2019 y la actualidad es que, aunque más cerca de nosotros, el agujero negro de la Vía Láctea es más de mil veces más pequeño y menos masivo que el de la galaxia M87. “El tamaño del anillo que se ve en la imagen equivale al tamaño de una naranja colocada en la Luna. Para poder observar algo tan lejano y pequeño, se necesitaría una antena del tamaño de la Tierra”, compara Bergmann, que no participó en el estudio.

La captura de la imagen, por tanto, solo fue posible mediante una técnica utilizada por los radioobservatorios llamada interferometría. El método consiste en utilizar datos de numerosas antenas repartidas por la Tierra que observan un mismo objeto, y combinar la señal captada por todas ellas, simulando el tamaño necesario para llevar a cabo la conquista.

A partir del modelado de Sagitario A, también fue posible demostrar que el agujero negro está girando e incluso que el eje apunta hacia la Tierra. A pesar de ser algo que aún será mejor investigado, este descubrimiento trae la posibilidad de estudiar la variabilidad del objeto.

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En este logro participaron 300 científicos de 80 institutos de todo el mundo, quienes trabajaron durante cinco años en la investigación, utilizando supercomputadoras para combinar y analizar sus datos. “Para mí, esto demuestra la importancia de las colaboraciones internacionales y la inversión en ciencia para un objetivo científico común, que es comprender mejor nuestro Universo”, concluye Thaisa.

*Con la supervisión de Larissa Lopes.

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