Cómo la educación superior puede impactar el futuro de Brasil – Opinión

Vicepresidente de Crecimiento en Kroton

El sueño de la educación superior deseado por muchos brasileños. En el pasado, a cualquiera que tuviera un título universitario se le llamaba comúnmente «médico», independientemente de la ocupación del título. Hoy en día, hay muchos jóvenes y adultos que se esfuerzan mucho por estudiar y obtener un diploma para mejorar sus vidas. Y el deseo no es en vano: un diploma de educación superior es una herramienta poderosa para la transformación social y económica. Brasil solo tendrá un camino prometedor si logra formar a sus ciudadanos, invirtiendo en educación -ya sea presencial, digital o híbrida- y en capacitaciones que preparen la fuerza laboral para las profesiones del mañana. Pero, ¿cómo podemos hacerlo de manera efectiva?

El camino es largo, pero ya ha comenzado. Según el IBGE, en 2019, solo el 21% de los jóvenes y adultos de 25 a 34 años habían terminado la universidad, porcentaje superior al 11% registrado en 2008, pero aún muy por debajo de las tasas de Estados Unidos (49%) y Estados Unidos, Corea del Sur (70%), por ejemplo. Brasil ya ha dado grandes pasos para incluir a sus ciudadanos en la educación superior, pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Si el joven está en los banquillos de la universidad, construirá tanto su carrera como el futuro del país.

El salto hacia la inclusión en los últimos años se debe al importante crecimiento de la educación a distancia (EAD): en 2019, las matriculaciones de cursos en la modalidad ya correspondían al 43,8% del total, según el Censo de Educación Superior. A partir de 2020, en gran parte debido a la pandemia del COVID-19, hemos visto cómo la educación a distancia gana aún más espacio entre los estudiantes y la tendencia hacia el aprendizaje semipresencial y 100% online como protagonista en los próximos años.

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Varios estudios prueban que la educación superior también aumenta los ingresos de un ciudadano. Es un ciclo que hace girar la economía. En promedio, los graduados ganan un 40% más de salario, según datos del informe Education at a Glance de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En Brasil, una encuesta realizada en 2021 por la Unión de Entidades Gestoras de Instituciones de Educación Superior del Estado de São Paulo (Semesp), realizada entre estudiantes de todo el país, mostró que el salario medio de los graduados aumenta un 135%, de R $ 1.784 a BRL 4.202.

Incluso quienes no son estudiantes, pero viven en una ciudad que alberga una institución de educación superior, tienen ventajas sobre quienes viven en un municipio sin centro educativo. Los datos del mapa de educación superior muestran que los municipios con instituciones de educación superior tienen un PIB per cápita promedio de R$ 30.700, mientras que los que no tienen un PIB per cápita promedio de R$ 19.700. En este escenario, la EAD aporta capilaridad y difunde conocimientos y oportunidades en lugares remotos, con poca o ninguna estructura educativa.

Y si Brasil quiere jugar un papel importante en la nueva economía global, debe formar alrededor de 32 millones de estudiantes potenciales que, hoy, ya no tienen plazas universitarias. Esta legión de brasileños sin educación superior necesita sobre todo estar matriculados en cursos en áreas mapeadas como promisorias para los «empleos del futuro», según un estudio del Foro Económico Mundial. Estos cursos están intrínsecamente ligados a la tecnología: inteligencia artificial, ingeniería y computación en la nube, marketing, ventas y producción de contenidos, entre otros.

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En este sentido, EAD colabora aún más para cerrar esta brecha social. Al fin y al cabo, las plataformas 100% digitales, que ofrecen cursos en los más variados campos, con recorridos cortos y prácticos, permiten realizar capacitaciones en todo el país, independientemente de la zona geográfica del alumno.

La educación es la mejor herramienta para que la economía brasileña sea innovadora y disruptiva, compitiendo de igual a igual con otras naciones emergentes y grandes potencias mundiales. El futuro social y económico de Brasil depende de una formación profesional de calidad combinada con empleabilidad. Solo así seremos la potencia mundial que tanto merecemos y soñamos ser.

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