Este contenido fue publicado el 31 de marzo de 2022 – 17:30
(AFP)
En sus videos, Marcela habla con orgullo, pero también con sarcasmo, de la comunidad menonita, que cumple un siglo en México. Tras rechazar la rueda o la electricidad durante varias generaciones, esta joven está abrazando la tecnología como una influencer de éxito.
Marcela Enns, de 30 años, es «@menonita_mexicana» en TikTok. En su cuenta de aproximadamente 358.000 suscriptores en esta aplicación, cuenta sus historias en español sobre la vida de los menonitas en Cuauhtémoc (norte del estado de Chihuahua). Sus antepasados llegaron a esta región en 1922.
“Aquí somos una mezcla”, dice la joven, marcando la diferencia entre los “conservadores”, que parecen vivir congelados en el tiempo; «tradicionales», que visten ropa típica pero aprovechan la tecnología; y los «modernos», que por apariencia y estilo de vida «no se pueden distinguir de los menonitas».
A 460 km de Cuauhtémoc se encuentra la colonia menonita de Sabinal (Chihuahua), donde las tradiciones se han mezclado con la modernidad desde la llegada de la electricidad hace cuatro años, luego las llantas, los celulares e Internet. Nadie tiene un televisor.
Fundada hace 30 años, la comunidad tenía unos 2.000 habitantes, pero los artefactos modernos han llevado a la mitad de ellos a la lejana Campeche (este).
Se estima que hay aproximadamente 100,000 menonitas en México, la mayoría en Chihuahua.
– Inspirado –
Aunque sus raíces están en los Países Bajos y Rusia, los primeros menonitas emigraron a México desde Manitoba, Canadá. Allí se vieron obligados a aprender inglés, a pesar de que su educación religiosa era en alemán. El entonces presidente mexicano, Álvaro Obregón (1920-1924), «les abrió la puerta».
La vocación agrícola del territorio fue fundamental.
Un siglo después, este apego a la tierra convive con una lenta apertura a la modernidad. En el caso de “@menonita_mexicana”, por ejemplo, avanza rápidamente hacia su crianza familiar. Su padre fue el primero en la comunidad en enviar a sus hijos a una escuela pública.
«Para mí, eso significa romper muchas reglas. Espero poder inspirar a otras mujeres menonitas a ser más independientes, más fuertes y sin miedo a decir lo que piensan».
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