Elegido para luchar contra la pobreza, López Obrador amplía las desigualdades en México

El único servicio de gobierno que Naucalpán, en las afueras de Ciudad de México, se podía confiar era la escuela primaria que funcionaba en un vagón de tren abandonado. Fue un salvavidas para los residentes, que en su mayoría viven en lo que queda de una estación de tren.

Todas las mañanas, las familias que ocupaban los vagones del tren en Naucalpán despertaban a sus hijos para un día completo de clases, parte de un programa federal para ayudar a los padres que trabajan muchas horas, superando la media jornada escolar adoptada por la mayoría de las escuelas primarias. .

Pero la jornada escolar extendida ha terminado, una de las víctimas del énfasis del gobierno en reformar el sistema de bienestar, una revisión que, según los economistas, castiga a los más pobres y frena el crecimiento en la economía número 15 del mundo.

Después de una victoria regular en 2018, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, prometió a los desfavorecidos acabar con el abandono difundiendo el lema «los pobres primero». El partido que fundó, Morena, nació hace diez años con la plataforma para reducir la desigualdad y empoderar a los millones de mexicanos marginados que la mayoría de los partidos han descuidado.

Pero en medio de su sexenio, la situación de las clases más desfavorecidas ha empeorado y los economistas aseguran que esto no solo se debe a los efectos de la pandemia, sino también a la consecuencia de la mala gestión de los programas sociales y económicos.

Para Alicia Guadarrama Monroy, quien vive con dos hijas y nietos en Naucalpán, las horas extra que los niños pasan en la escuela significa más tiempo para que los adultos trabajen. Pero la jornada escolar ahora termina al mediodía y una de sus hijas todavía se ve obligada a quedarse en casa para cuidar a los niños, lo que priva a la familia de un salario muy necesario.

Además de Naucalpán, cientos de miles de padres y madres de todo el México comenzaron a enfrentar dificultades después de que el gobierno puso fin al programa de jornada escolar extendida. La oficina de López Obrador no respondió a las solicitudes de comentarios.

México fue una de las pocas economías mundiales importantes que no aumentó el gasto para mitigar las crisis causadas por la pandemia, enfatizando mantenerse dentro del presupuesto en lugar de endeudarse para brindar ayuda a los más vulnerables.

Pero los efectos de la pandemia, combinados con la falta de asistencia del gobierno, empujaron a 3.8 millones de mexicanos a la pobreza a finales de 2020. Hoy, el 44% de los mexicanos -unos 56 millones de personas- tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas, según datos del gobierno. .

Alrededor de 5.2 millones de estudiantes abandonaron la escuela durante la pandemia, lo que corresponde al 14% de todos los niños en edad escolar en México. Muchos aún pueden regresar; algunos han dejado la escuela para trabajar con sus padres debido a la necesidad económica.

La inflación también ha frenado la recuperación económica, elevando los precios al consumidor un 7.99% en el año hasta junio -el más alto en 21 años- y reduciendo el poder adquisitivo de los alimentos básicos para los mexicanos, como las tortillas y el aceite de cocina.

“La actividad económica todavía está por debajo de los niveles previos a la pandemia en México, que es probablemente el único país de América Latina donde esto está sucediendo”, dijo Alberto Ramos, director de investigación económica para América Latina de Goldman Sachs.

A pesar del aumento de la pobreza, López Obrador sigue siendo uno de los líderes más populares del mundo, con un índice de aprobación de alrededor del 65 %. El apoyo al presidente mexicano intriga a los analistas políticos.

Pero para los economistas, la respuesta es simple: el gobierno recortó programas sociales y puso dinero en manos de los ciudadanos sin mayor compromiso. Si bien muchos economistas respaldan las transferencias directas de efectivo, el nuevo sistema eliminó la prueba de necesidades de los ciudadanos adoptada por programas anteriores, lo que genera preocupaciones de que este dinero no vaya a quienes realmente lo necesitan o no se gaste de manera eficiente.

Poco después de asumir el cargo, López Obrador canceló Prospera, un programa de 20 años que daba dinero a madres pobres que, a cambio, tenían que mantener a sus hijos en la escuela y llevarlos al médico con regularidad. El Banco Mundial elogió la transparencia del programa y su capacidad para mejorar las condiciones socioeconómicas de las poblaciones.

Pero bajo el nuevo programa social, estas obligaciones han sido eliminadas y el dinero se distribuye a los mexicanos sin importar sus ingresos. Los nuevos programas han ampliado las pensiones del gobierno incluso para los ricos, impartido cursos técnicos a jóvenes desempleados y pagado a los agricultores para que planten árboles.

“A López Obrador no le gusta nada que no lleve su marca”, dijo Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad. «Ahora la ayuda consiste en transferencias de efectivo. No hay objetivos ni metas. Es imposible garantizar que el dinero lo gasten las familias que buscan mejorar sus condiciones, garantizar que sus hijos vayan a la escuela o comprar un televisor en su lugar».

López Obrador, desconfiado del servicio civil y enojado por la corrupción que asoló gobiernos anteriores, argumentó que los programas de transferencias directas han hecho más para ayudar a los mexicanos que los planes de bienestar anteriores.

Pero los nuevos programas están llegando a menos familias pobres en México, aunque el gobierno está gastando más. El presidente, dicen los economistas, tiene una visión anticuada de la economía y está siendo criticado por destinar 25.000 millones de dólares a grandes proyectos de infraestructura que no se consideran fundamentales. / TRADUCCIÓN DE GUILHERME RUSSO