La ciencia psicológica puede ayudar a combatir la difusión de información errónea

La ciencia psicológica puede ayudar a combatir la difusión de información errónea

27/12/2023


Editorial del Diario de Salud

Todo el mundo está sujeto a la desinformación y todo el mundo debe luchar contra ella.
[Imagem: American Psychological Association]

Herramientas contra la desinformación

Parece que no tenemos una técnica definitiva para combatir la desinformación y las teorías de conspiración. Pero tenemos varias técnicas y, todas juntas, pueden marcar la diferencia.

Este es el mensaje de un panel de expertos reunido por la Asociación Estadounidense de Psicología para discutir el desafío de lidiar con las noticias falsas que inundaron el mundo después de la llegada de las redes sociales.

El informe resultante describe los procesos que hacen que las personas sean susceptibles a la desinformación y ofrece soluciones para combatirla.

Para empezar, se describen las principales características de la desinformación, que engañan a las personas haciéndolas creer y difundirlas.

Por ejemplo, los estudios muestran que es más probable que las personas crean declaraciones falsas que apelan a emociones como el miedo y la indignación. También son más propensos a creer en la información errónea que presenta de forma negativa a los grupos que consideran «otros». También es más probable que las personas crean en la información cuanto más se repite, incluso cuando contradice su conocimiento previo. Y, por último, es más probable que las personas crean en la información errónea si proviene de grupos a los que pertenecen o si consideran que la fuente es creíble.

Estos hallazgos sugieren que es importante acabar pronto con la información errónea, evitando que se propague y arraigue en la mente de las personas.

Ci

Cómo inhibir la desinformación

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Según los expertos, hay dos niveles en los que se puede detener la desinformación: enfoques sistémicos, como la legislación y los estándares tecnológicos, y enfoques individuales, centrados en cambiar comportamientos individuales.

Estos últimos incluyen:

  • Verificación o desacreditación de hechos.
  • Desenmascaramiento previo o desenmascaramiento preventivo, para evitar que las personas sean víctimas de información errónea.
  • Incentivos, como pedir a las personas que consideren la exactitud de la información antes de compartirla o recompensar a las personas por ser lo más precisas posible.
  • Educación formal o extensión comunitaria para aumentar la conciencia de las personas sobre el comportamiento saludable en línea y el uso de los medios.

Finalmente, el informe recomienda ocho pasos para que los formuladores de políticas, los científicos, los medios de comunicación y el público en general ayuden a frenar la difusión de información errónea y los riesgos que representa para la salud, el bienestar y la vida cívica.

  • Evite repetir información incorrecta sin incluir una corrección.
  • Colaborar con empresas de redes sociales para comprender y reducir la difusión de información errónea dañina.
  • Utilice estrategias de corrección de información errónea con herramientas comprobadas para promover comportamientos saludables.
  • Difundir fuentes confiables para combatir la desinformación y brindar información de salud precisa.
  • Desmentir la información errónea frecuente y repetidamente utilizando métodos basados ​​en evidencia.
  • Eliminar la información errónea para vacunar a audiencias susceptibles desarrollando habilidades y resiliencia desde una edad temprana.
  • Exigir acceso a los datos y transparencia a las empresas de redes sociales para la investigación científica sobre la desinformación.
  • Financiar investigaciones básicas y traslacionales sobre la psicología de la desinformación en materia de salud, incluidas las formas de combatirla.
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«Estos hallazgos de la ciencia psicológica ayudan a explicar cómo la información errónea entra en nuestros procesos de pensamiento», afirma el informe. «Es laborioso y difícil para nuestro cerebro aplicar el conocimiento existente cuando encuentra nueva información; cuando las nuevas afirmaciones son falsas pero suficientemente razonables, podemos aprenderlas como hechos. Por lo tanto, todos somos susceptibles, hasta cierto punto, a la desinformación: incluso adquirimos cuando sepamos mejor».

Consultar con artículo científico:

Artículo: Uso de la ciencia psicológica para comprender y combatir la información errónea sobre la salud
Autores: Sander van der Linden, Dolores Albarracín, Lisa Fazio, Deen Freelon, Jon Roozenbeek, Briony Swire-Thompson, Jay Van Bavel, Mitchell J. Prinstein, Derek J. Snyder
Publicación: Informe
Compruébelo usted mismo: https://www.apa.org/pubs/reports/misinformation-consensus-statement.pdf


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