Durante una conversación telefónica con el viceministro de Relaciones Exteriores de China, Wu Jianghao, Hanafi aseguró que el grupo islámico está dispuesto a «continuar desarrollando relaciones amistosas con China», señaló la misma nota.
Wu le dijo a Hanafi que China «siempre ha respetado la soberanía y la independencia» de Afganistán, donde el pueblo «ahora tiene su propio destino en sus manos».
Además de garantizar la seguridad de los ciudadanos y las instituciones chinas en el país de Asia Central, Hanafi describió a China como «un país amigo en el que Afganistán puede confiar».
A fines de julio, antes de que los talibanes tomaran Kabul, una delegación de representantes del grupo se reunió en China con el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, quien calificó a los talibanes como «una fuerza militar y política crucial» en Afganistán.
Después de la retirada de las tropas estadounidenses, las autoridades chinas expresaron su esperanza de que los talibanes formen un gobierno «islámico pero abierto e inclusivo» y «desempeñen un papel constructivo» en el país.
Beijing calificó la salida de las tropas estadounidenses como un «nuevo punto de partida» para Afganistán.
China y Afganistán comparten unos 60 kilómetros de frontera en la región de Xinjiang en el noroeste de China, una de las más volátiles del país asiático, marcada por violentos enfrentamientos étnicos en las últimas décadas entre miembros de la minoría étnica musulmana uigur y la mayoría Han. grupo étnico en China.
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