El cometa Halley es un reloj matemático del espacio – 19/1/2021 – Marcelo Viana

Cuando regresé a Brasil para hacer mi doctorado en Impa (Instituto de Matemática Pura y Aplicada), en 1986, un tema científico dominaba los titulares: el regreso del cometa Halley. Había grandes expectativas, con razón, por el regreso de una de las estrellas más carismáticas del Sistema Solar. ¡Incluso hubo quienes registraron la marca Halley para intentar ganar dinero con ella! Al final, la estrella se fue un poco lejos y la apariencia fue menos espectacular de lo esperado.

Pero, científicamente, fue un evento histórico. Fue el primer cometa en ser observado por sondas espaciales, como la europea Giotto, que confirmó que está formado por una mezcla de materia sólida y materiales volátiles, que dan lugar al pelo (atmósfera) y la cola del cometa cuando se acerca al Sol. Y el regreso de Halley mostró, una vez más, el notable poder de las matemáticas para describir lo que nos rodea.

La historia es larga. El primer registro Halley confiable fue realizado por astrónomos chinos en el 239 a. C., pero es posible que ya lo hayan notado los griegos en el 466 a. C. e incluso los babilonios en el 164 a. C. y el 87 a. C. Se cree que el pasaje de 1301 influyó en la representación da Estrella de Belen en la famosa “Adoración de los Magos” del pintor renacentista Giotto (de ahí el nombre de la sonda espacial que mencioné).

Pero tomó tiempo para que estas apariciones estuvieran relacionadas. Los cometas fueron vistos como anuncios de hechos portentosos y pasaron a ser considerados fenómenos atmosféricos (el propio Galileo Galilei defendió esta tesis). Con la publicación de la ley de gravitación de Newton en 1687, la idea de que serían cuerpos celestes en movimiento ganó fuerza.

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En 1705, el astrónomo inglés Edmond Halley (1656-1742) observó que las apariciones de cometas en 1531, 1607 y 1682 ocurrieron a intervalos prácticamente idénticos y sugirió que correspondían a la misma estrella que, entonces, debería regresar en 1758.

Los astrónomos franceses Clairaut, Lalande y Lepaute refinaron los cálculos utilizando las ecuaciones gravitacionales de Newton. Sus conclusiones se confirmaron brillantemente cuando el cometa apareció en los cielos en abril de 1759. Halley no vivió para verlo.

La fascinación que siguieron ejerciendo los cometas en la era científica está simbolizada en la frase atribuida al escritor estadounidense Mark Twain: «Vine con el cometa Halley en 1835 y espero ir con él en 1910». Murió un día después del perihelio del cometa, es decir, su máxima aproximación al Sol.

En 1910, Halley fue fotografiada por primera vez. Esta aparición fue espectacular, en parte porque el cometa pasó “apenas” 22 millones de kilómetros de la Tierra, y lo mismo debería suceder la próxima vez, en 2061. ¡Vale la pena esperar!

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