La Educación Superior y el sistema científico, a pesar de su importancia para nuestro desarrollo económico, social y cultural, casi no tienen peso en la opinión pública ni en la agenda política. La atención que se le presta en los debates políticos lo demuestra claramente.
Por Paulo Jorge Ferreira *
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Es bien conocida la importancia de las instituciones de Educación Superior para el desarrollo del país. Las universidades atraen a jóvenes de todo el mundo, promueven la cohesión social y territorial y producen gran parte de la ciencia que se hace en Portugal.
Paradójicamente, la Educación Superior y el sistema científico, a pesar de su importancia para nuestro desarrollo económico, social y cultural, casi no tienen peso en la opinión pública y la agenda política. La atención que se le presta en los debates políticos lo demuestra claramente.
Los problemas de otros sectores son, afortunadamente, ampliamente discutidos. Escuchamos que la generación más calificada de todos los tiempos está buscando otros lugares. Pero se dedica tanto tiempo a debatir el empleo científico, la financiación de la ciencia y sus carreras o la Educación Superior en general que parece que no hay problema alguno en este sector.
Según un informe de la OCDE, en la educación superior portuguesa la inversión estatal es inferior a la media de la Unión Europea en alrededor de 6.000 dólares por estudiante (en paridad de poder adquisitivo, PPA). Multiplicando este valor por el número de estudiantes de las universidades públicas obtenemos 1.300 millones de dólares PPA. Eso es lo que necesitamos para estar en la media europea.
La inversión en nuestra Educación Secundaria y Básica está mucho más cerca de la media europea. En el caso de la Educación Superior, la diferencia se ha agudizado con el tiempo y condiciona fuertemente el accionar de las instituciones, hecho que requiere una acción inmediata por parte del poder político. Las asignaciones estatales ni siquiera cubren los gastos de personal y, obviamente, no permiten ninguna inversión.
En cuanto a la investigación científica, la financiación puesta a disposición del sistema científico portugués en 2024 es la misma que la fijada en 2019, lo que en la práctica supone un recorte. También en este caso el contraste con la UE es sorprendente: propone duplicar la financiación científica para mejorar la competitividad.
La riqueza de un país ya no depende únicamente del capital físico dentro de sus fronteras. También depende del conocimiento. Mientras nos limitemos a reconocer la importancia de la Educación Superior y la ciencia para el futuro del país, sin ser coherentes en términos de financiamiento, mantendremos la barrera al desarrollo, la productividad, la competitividad y la creación de riqueza.
Vale la pena pensar en ello.
* Rector de la Universidad de Aveiro. Artículo publicado en JN y Sitio web UA.pt.
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