LABS.Maia es un proyecto que quiere acercar a los jóvenes a la ciencia

LABS.Maia es un proyecto que quiere acercar a los jóvenes a la ciencia

Algunos nunca han entrado en un laboratorio, otros sí, pero “en uno como este” y entre portaobjetos, cubreobjetos, pipetas y microscopios descubren células, calculan hipótesis para diagnosticar el cáncer y “se convierten en científicos” en LABS.Maia, un proyecto para “ ayudar a pensar fuera de lo común».

Entre las paredes blancas y el gris de los mostradores llenos de máquinas y gadgets, hay una mesa rectangular, también de color gris frío, y varios bancos, demasiado altos para el tamaño de los científicos de 6 años que, con sus lápices en la mano Con los pies colgando en el aire, miden el pH (escala utilizada para determinar el grado de acidez de una solución acuosa) del agua y exploran las células de su colega Clarinha y una cebolla.

Luego, en los mismos bancos, otros estudiantes, de otra escuela, estos de 12° año y ya con los pies en la tierra, calcularán la probabilidad de que alguien tenga o no cáncer de ovario o de mama.

Los dos grupos forman parte de los más de 25 mil estudiantes de Maia, en el distrito de Oporto, que visitaron LABS.Maia, un proyecto que nació en 2018 y que reúne al municipio, la empresa farmacéutica Bial y el Instituto de Investigación e Innovación. en Salud de la Universidad de Oporto (I3S), que tiene como objetivo acercar a los jóvenes a la ciencia y equipar laboratorios científicos en las escuelas de 2º y 3º ciclo y en la educación secundaria del municipio.

“Hacemos actividades experimentales, les ayudamos a pensar, les hacemos pensar fuera de lo común. (…) Lo que realmente queremos es que aprendan, que tengan un pensamiento más crítico y una actitud más curiosa sobre las cosas, que no acepten como verdad todo lo que les dicen, que cuestionen, que hagan preguntas”, explicó Ângela Moreira, científica y Guía para la clase de los más pequeños.

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El cáncer fue el tema de la teoría y las experiencias de los estudiantes de 12º año: “Estaban estudiando una de las mutaciones en los genes BRCA que están estrechamente asociadas con el cáncer hereditario de ovario y de mama. Estuvieron aprendiendo qué es el cáncer, qué distingue las células cancerosas de otras células, los tipos de cáncer y los programas de detección que existen en Portugal”, describió Ana Silva, la científica que guió la actividad.

Luego, dijo, “se evaluó la parte molecular, qué causa el cáncer, la mutación”, seguido de “el proceso de laboratorio que permite detectar si una muestra tiene o no la mutación que causa el cáncer de mama”.

Para Rodrigo Martins, 17 años y ya decidido a dedicarse a la programación, “es bastante importante” que haya proyectos como LABS. Maia: “Espacios como este donde se estudia más el área de biología, que tienen actividades que no podemos hacer en nuestra escuela, atraer estudiantes para seguir esta área si aún no lo han decidido”, destacó.

“[Aqui] Podemos entender cómo es un momento laboral y eso nos puede ayudar a decidir el camino a seguir”, señaló.

Ana Silva corroboró: “Están en la etapa de elegir qué van a hacer a continuación, es fundamental aclarar sus dudas. Algunos vienen aquí y dicen que esto es interesante, pero que no podrían hacerlo, otros dicen que eso es exactamente lo que quieren hacer”.

En cuanto a los científicos más jóvenes, descubrieron por primera vez el pH de dos muestras de agua, una del grifo y otra de una botella, una más ácida y la otra más neutra. Luego vino la “parte más divertida”, ver células animales y vegetales, que son como las células de Clarinha y las de una cebolla, y aprender que las células funcionan como legos, que pieza a pieza construyen el cuerpo humano, por ejemplo.

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Para Ângela Moreira, mostrar ciência a crianças de 6 anos é um desafio porque “muitos conceitos, coisas abstratas para eles, são difíceis de perceber, mas por analogias como a dos legos, para perceberem que o corpo é formado por células, eles conseguem chegar allí».

Para la investigadora, los chicos con los pies en el aire son “los verdaderos científicos”, hechos por curiosidad: “Si hay alguien que es científico, son ellos”, garantizó.

“Aprendimos sobre las células y cosas sobre el agua. Lo que más me gustaron fueron las células de Clara”, resumió Sofía, de 6 años, que ya decidió que le gustaría ser científica.

A Francisco, también de 6 años, también le gustaron las celdas, pero «más geniales» eran las de cebolla. En común, el deseo de volver.

Antes, reunidos alrededor de la mesa, recogieron muestras, les agregaron dos gotas de tinte, las extendieron sobre el portaobjetos, las cubrieron con el cubreobjetos y la muestra pasó al microscopio. Las células de Clarinha y luego las de la cebolla aparecieron ampliadas en la pantalla.

“Es mágico”, exclamaron.

“No, es ciencia”, corrigió Ángela.

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