Todos tuvimos un maestro al que deseábamos no volver a ver nunca más. Los afortunados, sin embargo, recuerdan a este maestro al que aún hoy recuerdan con cierta nostalgia. En España, en la región de Navarra, un maestro muy apreciado por los alumnos tuvo un momento destacado: se llama Koldo Ansa y, en 33 años de docencia, dedicó 29 a Instituto Alaitz de Barañaindonde enseña filosofía.
Así fue hasta el pasado viernes cuando completó su último curso antes de retirarse. Sin embargo, la salida no estuvo guiada por la serenidad que quizás avizoraba el profesor de secundaria. Esperándolo, en los pasillos, las escaleras y las esquinas del edificio de la escuela, cientos de estudiantes y todos sus compañeros que lo aplaudieron. Una ovación que le acompañó hasta la salida.
«Me da vergüenza ser el protagonista», confesó en declaraciones en el programa matutino de la RadioEuskadi, prefiriendo analizar el momento como «un homenaje de los alumnos a la escuela». Pese a todo, asume las buenas relaciones que siempre ha tenido con sus alumnos, que explica se basan en «el respeto, la confianza y el cariño», y agrega que siempre se ha preocupado por darles herramientas para pensar y reflexionar, en una época dominado por la tecnología.
Sin embargo, aclaró, nunca fue como un colega, argumentando que la relación tenía que ser (y era) vertical: “Los maestros son maestros y los padres son padres, no amigos”, dijo, señalando que cuando los roles se superponen , “las consecuencias son irreversibles”. Y dejó un consejo para los que ahora ingresan a la profesión: “Tengan en cuenta que se les paga por su paciencia, no por lo que saben”.
«Aspirante a especialista en café. Solucionador de problemas. Fanático de los viajes. Creador. Apasionado aficionado a la televisión».